Wednesday, November 12, 2008

TRES MESES EN ROMA
Rev. P. Bruno Martínez
Calasanz hoy (XI/XII, 1969)


Y no porque fueran esos mis deseos, fui porque los Superiores lo quisieron y debía obedecer.

Tres meses en la ciudad Eterna, cosmopolita y rica en arte de todos los estilos acumulados en el recorrer de los siglos, partiendo desde la época Imperial y pagana, siguiendo luego la época cristiana y papal, hasta llegar a la Roma de Musolini que quiso emular a los Césares del imperio Romano con edificios monumentales para juegos olímpicos, pistas y avenidas anchísimas que tanto se diferencian de la Roma de los siglos XV y XVI.

Y conste que en este viaje no fui turista, vi la ciudad de Roma desde una Colina donde está un Colegio nuestro llamado “Monte Mario”; allí tuvieron lugar las sesiones de estudios referentes a nuestra orden de las Escuelas Pías. Asistí a 82 sesiones plenarias y trabajé en la Comisión Pastoral con cuatro Padres españoles, dos italianos, dos polacos y un húngaro, pasando el resto del tiempo en mi habitación N° 82 leyendo, estudiando y preparando mis intervenciones tanto para la comisión pastoral como para las sesiones plenarias.

Fuimos 80 los reunidos para aplicar la doctrina del Concilio a la actividad y ministerio específico de nuestro Instituto de las Escuelas Pías.

Dar una impresión del trabajo realizado no cabe en unas líneas, ya que fueron 10 los Decretos redactados después de un detenido examen, muchas correcciones y someterlos, artículo por artículo, al aparato electrónico que en menos de un minuto registraba los pareceres de todos, no siempre de acuerdo unánime, sino con discrepancias y diferentes modos de pensar.

Ahora habremos des esperar a que el tiempo juzgue si nuestro trabajo fue eficaz y aprovechable para la historia futura de la Orden, sobre todo en la renovación de nuestros Colegios y en nuestra misión que la Iglesia nos ha confiado.

Al encontrarme de nuevo en el Colegio de Managua, saludo desde esta columna de la revista a profesores y alumnos y deseo que el trabajo del curso que está por terminar, sea positivo en la buena conducta observada y en las óptimas calificaciones alcanzadas como fruto del esfuerzo realizado en el estudio y aplicación escolar, para lo cual seguiré rogando por todos como lo hice en la misma habitación, hoy Capilla de nuestro Santo Padre, San José de Calasanz.

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Friday, January 12, 2007

MEMORIA DEL P. BRUNO

José Enrique Medina López Exalumno
Managua, Colegio Calasanz,
30 de diciembre de 2006.

En un pequeño pueblito de la serranía de Albarracín, en la Provincia de Teruel, perteneciente hoy a la Comunidad Autónoma de Aragón, España, en el 9 de noviembre de 1907, vino al mundo llorando y con los puños cerrados, como casi todos los seres humanos, Bruno, hijo de Gabriel Martínez y Teresa Sacedo. Infancia humilde, campesina, austera; educación cristiana. Devoción singular y vocación temprana; ¿parecida acaso a la de un Jesús nacido en Belén de Judá?.

Este pequeño Aragonés, coterráneo de Nuestro Santo Padre Fundador, inició su camino de Escolapio desempeñándose como ayudante de cocina en el Postulantado de Masía porque desde temprano manifestó su deseo ser sacerdote; el Señor una vez más recurría a un Humilde y Justo para realizar su obra.

Su formación académica y espiritual tuvo su momento de alegría el 25 de septiembre de 1332, a los 24 años, diez meses y 16 días de haber nacido, cuando cantó su Primera Misa Solemne, en medio del júbilo de su pueblo pobre; un día antes había sido ordenado sacerdote en la cuidad de Teruel capital de la Provincia.

Su sencillez de carácter trascendía todos los actos de su vida, siempre usaba solamente un par de zapatos, no hay para qué tener más, si sólo uno es necesario, podría haber pensado corno en realidad así es. Nunca tuvo un reloj propio, salía de su habitación a ver la hora que marcaba el que estaba en la pared de la comunidad. Era pobre de cosas personales, para vivir con intensidad su amor a Cristo, no necesitaba de nada más que su inmenso talento, su sencillez y su intensa vida espiritual.

Su porte siempre fue el mismo: piadoso, modesto, afable, rebosante de una gracia espiritual que sin ninguna duda, reflejaba su presencia. "Alma excepcional dentro de un cuerpo chico" dice el Padre Jesús Gómez su más cercano conocedor espiritual y humano. Y es que Él en verdad era chiquito, chaparrito como decimos en Nicaragua, pero con una estatura moral sacerdotal, de sembrador de futuros y de Venerable, que alcanzó los máximos destinos que Dios Nuestro Señor le depara a los Justos.

Desde sus primeros tiempos en la Escuela Pía demostró gran capacidad y entrega para la enseñanza y el aprendizaje, esmero en la preparación de sus ciases, entusiasmo desbordante y elocuencia en sus discursos docentes, ardiente compenetración del espíritu calasancio vibrante y convincente por el testimonio intachable de su vida sacerdotal.

Llegó a Managua el 9 de septiembre de 1952, poco tiempo antes de cumplir 45 años de edad. Llegó "de modo bien evangélico, sin alforjas ni medios materiales, con qué desenvolverse como Él mismo lo dijo, lo escribió. Desde aquel día su quehacer fue infatigable, constante ideando y trabajando; como dirían algunas personas en Nicaragua: a puro Corazón de Jesús Sirviendo en la comunidad como Rector y en el Colegió como Director; en las parroquias como cura de a pie y predicador iluminado; en el campo como misionero y en las aulas como Maestro y en el confesionario como Padre Espiritual lleno de ternura, en definitiva, un sacerdote Escolapio de ñeque, de los que se soñaba San José de Calasanz en sus cartas y sus diversos escritos constitucionales.

Emprendió la construcción del colegio en el barrio San Sebastián, empezó a buscar terrenos para obras de extensión futuras, inventó el tecnológico de León pensando en los hijos de ¡os indígenas de Subtiava; se embarcó en la realidad de San Pedro en Costa Rica, anduvo por Panamá, predicó en innumerables iglesias, fue al área rural, donde le encantaba ir a vivir el evangelio con los pobres, se arriesgó con el seminario junto a la esperanza de sembrar para e! futuro se hizo estudiante universitario y a la vez daba clases en la misma universidad en Managua le fascinaba la catequesis entre los más pequeños, le preocupaba el desarrollo y la consolidación del área gratuita, que siempre la quiso al mismo nivel de la pagada, se inmiscuyó con prudencia y cautela, pero a la vez con iluminación donada por el Espíritu en los asuntos de la Curia Diocesana en fin, es difícil enumerar en detalle en cuántas cosas andaba metido a la vez, y para todas terna tiempo, dedicación, capacidad y entrega; por eso digo: el pequeñito P Bruno o Benitín come dieron en llamarle los muchachos de aquel tiempo, era todo un discípulo de Calasanz en tierras que tanto ayer como hoy requerían y necesitan de hombres y mujeres de Iglesia, congregacionales, religiosos, laicos o de cualquier movimiento animado por el Espíritu, que convivan que sean solidarios, que aprendan y que enseñen, que guíen y se dejen guiar, que iluminen y no oscurezcan, que amen a Dios por sobre todas las cosas antes que a hombres o autoridades temporales, que realmente amen al prójimo como dicen amar a Dios, y que se fajen en las actividades diarias al lado de los sufridos, de ios desnutridos, de los que no saben ni tienen esperanzas de aprender, de todos aquellos que están reunidos en la inmensa multitud que Cristo vino a salvar aquí en la tierra como en el cielo.

San José de Calasanz vivió, se transformó, recibió el carisma y se dedicó a la Obra en tiempos de cambios y vaivenes, en período de lucha interna y externa de la Iglesia, y se hizo Santo porque supo poner por delante su amor a Dios, a los pobres, a la Santísima Virgen María a sus hermanos de comunidad, y El mismo se fue haciendo pequeño a los ojos de los demás de su tiempo, que andaban iras ¡as mismas vanidades, intrigas, ambiciones y desvíos de ahora, Bruno Martínez vivió y se transformó en el cambio del Espíritu nuevo, novedoso y desconcertante para muchos, del Vaticano Segundo, fue también un hombre de Dios comprometido en la construcción del Reino temporal y eterno, un cooperador de la verdad en todo el sentido de la expresión.

Fue sacerdote por vocación temprana, por sus votos, por su palabra, por darse sin reserva, por sus prédicas elocuentes, por su testimonio, pero sobre todo porque hizo el Evangelio El si que fue un cura de oración profunda y acción constante, con entrega, con desprendimiento, con bondad, de costumbres intachables y ejemplo de virtudes para sus hermanos de congregación y para todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo, inspiraba respeto, pero no temor, su nobleza y su ternura se sentían a las primeras palabras, porque siendo sencillo era cordial y ameno ¡Claro que era un hombre serio, no era para menos!, pero tenía una risa explosiva, contagiosa, con un sentido del humor que te resultaba sorprendente, si no sabías cómo era de espontáneo y diáfano.

Tengo vívido el recuerdo de mi primer día de clases cuando lo vi por primera vez a mis seis años, me tomó de la mano y me guió al aula y cuando, confundido por el momento, creía yo que era semi - interno y me había quedado rezagado sin saber qué hacer, hasta que llegó m¡ padre a "rescatarme", Él estuvo allí con su sombrita protectora, y después, cuando me enrole en su comunidad de Tarcisios, los monaguillos que él instruía con especial cariño, y cuando me preparó para recibir mi primera comunión y cuando me aceptó para ir al Postulantado en San José, cuando me entregó el titulo de bachiller, cuando me dijo que s¡ creía que podía ¡r al noviciado en Colombia.

Cada uno de esos momentos fueron llenos de ternura, de comprensión, de emoción espiritual, ¡se los puedo requeteasegurar!. Ya no digamos las múltiples veces que me confesó, me orientó y me acarició el alma. Aunque aún me falte mucho para ser digno discípulo suyo, Padre Bruno, cuanto le agradezco a Dios Nuestro Señor haberlo puesto en mi camino.

Lo recuerdo también llevándonos a los de primaria; ¡fíjense bien, a los pequeños! a la capilla del segundo piso del colegio, a orar por el Concilio Vaticano Segundo, explicándonos con sencillez lo que significaba para la Iglesia. Y cuan desbordante de entusiasmo, él supo comprende: después y asumir con una sincera actitud de cambio, como dijo Paulo VI, para reemprender el camino evangélico que ya se hacía aún más inescrutable y desafiante. Adelantado a su tiempo, se preocupaba por la dimensión espiritual y la experiencia de Dios que debía vivir el escolapio, creando un estilo de vida comunitaria que evidenciara la fuerza evangélica y pastoras de ia vocación calasancia. Asumió con autenticidad y valor las exigencias que el Padre Fundador. San José de Calasanz, estableció en las Constituciones y en sus innumeras cartas, para decirlo con claridad, el Padre Bruno fue un Escolapio íntegro, fiel cooperador de la verdad, alegre, paciente, amable, incansable en el trabajo, que no apetecía las cosas terrenales, que abrazo con ánimo paternal a los pobres y a los ricos, y que fue capaz de acomodarse a todas las dificultades por el bien de sus discípulos, educador consagrado, catequista permanente, rico de amor a Dios y pródigo inagotable en su amor a sus semejantes.

En ocasión de los cambios y renovaciones en la etapa postconciliar y en su proceso de maduración sacerdotal y pastoral, se fue preguntando y se fue respondiendo como hombre que vivía por y para el evangelio, sobre la disposición a clarificar y reformular la eclesiología de sus Escuelas Pías, consciente de que la base de una renovación auténtica de la Orden era la vivencia de la dimensión eclesial, de su Iglesia. Todo esto, mucho antes de que en eí ultime decenio de! recién pasado siglo fuese indicado en los documentos capitulares de la Institución Calasancia. Dicho de forma sencilla, Bruno buscaba respuestas concretas a la interrogante de ¿cómo debía vivir el escolapio su pertenencia a la Iglesia, en tiempos de cambios drásticos en el mundo en el que está inmersa?, ¿Qué lugar ocupar en ella?, ¿Cómo situarse en un mundo lleno de tecnología, secularismo y escepticismo autosuficiente?, ¿Cómo expresar esa pertenencia?.

No necesitó de maestrías y doctorados para predicar, para enseñar y vivir el Evangelio, la literatura, la psicología, el Latín, la filosofía, la aritmética, la urbanidad y buenas costumbres, la gramática y el catecismo.

Entendió con la misma claridad que el Santo del Trastévere, que los seres humanos nacieron para ser felices alcanzando, a través de la educación, la plenitud de ¡as facultades humanas a! servicio del prójimo.

Me atrevo a afirmar que existen una cantidad de coincidencias o más bien de identificación de la parte del Padre Bruno con todo lo pensado y actuado por e! Santo Fundador, pues a ambos les abrazó el amor a los pobres, a los niños, a la enseñanza, a la vivencia práctica del evangelio, a ser un auténtico cooperador de la verdad como lo expresaba Calasanz, pues el Padre Benitín ejerció plenamente su función de sacerdote, de maestro, de catequista y de misionero sin separar una de otra, sin detenerse a pensar en cuál estaría más cómodo. Supo ser superior poniendo toda su diligencia para que su comunidad funcionara bien y extendiera su presencia y su misión más allá del aula o del edificio escolar.

Lo supimos en las comarcas del pacífico y del centro, en la Costa Atlántica, en Cosía Rica, en León, en Dominicana y hasta en el norte de Panamá, siempre buscando a Cristo. en el alma de los hombres, las mujeres y los niños a quienes pastoreaba con su inigualable amor dedicación, sencillez y elocuencia, pero sobre todo con su testimonio.

Para que se lo imaginen rápido, vean su pequeña humanidad siempre vestida de negro, caminando por los pasillos de su colegio, de las calles de su San Sebastián y de todos los sitios por donde iba, con la cabeza baja, leyendo sus oraciones de rigor, o simplemente improvisando alguna súplica o alabanza, dirigiendo el funcionamiento del colegio, de la comunidad metido en cualquier detalle de la vida escolar de los grandes y los chicos, enseñando en las aulas, instruyendo en el catecismo, en la vida de oración y en la práctica de las virtudes: confesando a los alumnos y a los fieles a quienes asistía en diversos templos y comunidades, brindando consuelo y esperanza; caracterizado por actitudes de piedad, consiguiendo limosnas para sus obras, pensando en cómo ampliar las oportunidades para los niños y jóvenes sin ocasiones de estudiar, en fin un cura escolapio completo, de los tayacanes, elegido por Calasanz para ser continuador de su obra en este país que aún no atisba a encontrar un rumbo de solidaridad, generosidad y equidad para sus ciudadanos.

Una coincidencia inexplicable es que el 23 de diciembre de 1956 se inauguró oficialmente el nuevo colegio en Managua, construcción que con audacia y la intervención de Dios Nuestro Señor, el Padre Bruno llevó a cabo como Rector casi desde su llegada a! país Y el 23 de diciembre del año 1972, exactamente 16 años después, el edificio que tantos esfuerzos, oraciones y sacrificios habían costado, se derrumbaba inexorablemente junto a las viviendas cercanas que lo habían visto crecer; no se quiso quedar solitario.

Fue ese mismo edificio, el de sus primeros tiempos en tierras americanas, el que lo cubrió con sus escombros y, aunque logró ser rescatado con vida, el tiempo siguiente ya fue de preparación para encontrarse con el Padre.

Debe saberse que hasta el último momento estuvo celebrando misa en su cama, inconsciente para el pensamiento humano, pero más que cercano a lo que había buscado desde su infancia, ¡a inmensa Santidad del Dios Bueno y Misericordioso. Falleció en León por las circunstancias mismas del momento, pero nació a la Gloria eterna en cada persona que sintió su presencia en cada niño que recibió su palabra, su sonrisa, en cada obra de misericordia, en cada gesto, en cada enseñanza, nació a la Gloria del Padre por mérito indiscutible, alcanzado durante sus 65 generosos años de vida al servicio de sus hermanos.

Para concluir, permítaseme relatar este Testimonio: Estando en su lecho de tránsito nacía el Padre, cuando decían los padres que lo rodeaban que ya no reconocía a nadie, mi papá y mi mamá llegaron a visitarlo y a pesar de las advertencias y la resistencia de sus adoloridos hermanos, ellos insistieron en verlo y entraron a la habitación, tomaron su mano y le preguntaron quiénes eran, y él respondió: los papas de Medina. Gracias Padre Bruno porque sé que ha estado conmigo en los momentos difíciles y en las alegrías. Me considero privilegiado por haberlo conocido, por haber escuchado sus enseñanzas, su risa y sus sermones, por haber sido mi Padre Espiritual en diversos momentos, por haberme admitido en el Postulantado, por haberme extendido el boleto de aprobación para ir a Colombia, por haber entendido mis dudas Le pido perdón por no haber sido más enérgico con mis resabios, pero le agradezco Padre por mi ocupación laboral, por mis hijos, por mi familia, por atreverme a estar hoy aquí hablando de Usted, porque estoy seguro que Usted nos seguirá bendiciendo.

El Padre Bruno es Santo, no porque nosotros así lo queramos, es Justo y Venerable porque se lo ganó a puro corazón a puro pulso, con la sotana sudada, quemado por el sol, lleno de polvo o de lodo, capaz de una risa estruendosa y de un silencio piadoso que no es cualquiera el que ¡o puede lograr; es Santo porque San José de Calasanz le cedió su carisma, lo iluminó y lo guió pero sobre todo se dejó guiar; es Santo porque no anduvo tras las idioteces humanas; es Santo porque Dios Nuestro Señor lo tiene sentado a su diestra aunque nosotros ni siquiera podarnos imaginario

El mejor recordatorio que podemos hacer del Padre Bruno, es ver a nuestro alrededor y hacia delante, es reflexionar sobre las mezquindades que a veces nos quieren ahogar, es decirle a Él, a San José de Calasanz, y a Dios Nuestro Señor que nos den el don de la humildad verdadera, aprender a comprender de una vez por todas que Dios quiere a todos sus hijos bien nutridos, aprendiendo a ser ciudadanos honestos, solidarios, con tocias sus capacidades al servicio del bienestar humano, porque como escribió Calasanz en el 1621, a través del ministerio de la enseñanza podremos ser más dignos, más nobles, más beneficiosos, más útiles, más necesarios en el servicio, más enraizados en la naturaleza de todos los hombres, y que cada cual tome, o mejor que le resulte para venerar sinceramente a Bruno. ¡Bendito seas Señor, por darnos siervos como el Padre Bruno! Y nosotros veneremos con devoción y respeto esta reliquia que El utilizó para celebrar la eucaristía.

Managua, Colegio Calasanz, 30 de diciembre de 2006.
José Enrique Medina López Exalumno

Wednesday, November 08, 2006

P. BRUNO MARTÍNEZ
Avanza el proceso de canonización del escolapio Bruno Martínez

Las Provincias, 26 de octubre de 2006

El proceso de canonización del misionero escolapio Bruno Martínez Sacedo, fallecido en el terremoto de Managua de 1972, que se instruye en Valencia desde 1994, ha entrado ya en su última fase tras entregar ayer la orden de las Escuelas Pías al arzobispo de Valencia, monseñor Agustín García - Gasco, la “positio” o documento con el que se prueban las virtudes del religioso, según el Arzobispado.

El postulador general de la orden de las Escuelas Pías, József Rupper, junto al provincial de los escolapios en Valencia, Enrique Signes, han entregado al prelado el documento, un volumen de 393 páginas que incluye, además, datos biográficos del religioso.

La “positio” será ahora examinada por los consultores teólogos, los cardenales y obispos miembros de la congregación para las Causas de los Santos en Roma.

Aunque nacido en 1907 en Moscardón (Teruel), Bruno Martínez ingresó en el seminario menor que los escolapios tenían en la localidad valenciana de Godelleta, donde permaneció durante más de cinco años.

Posteriormente, fue director del colegio de los escolapios de Gandía , que restauró tras la guerra civil, y predicó durante tres años “en todos los pueblos de La Safor”, según fuentes de la delegación para las Causas de los Santos del Arzobispado.


El padre Bruno Martínez pronto será beatificado. (la prensa/cortesia)
Falleció en el terremoto de Managua de 1972

Emiliano Chamorro y Agencia ACI

El padre misionero español Bruno Martínez Sacedo, quien realizó una obra misionera en Nicaragua, muy pronto podría ser beatificado por su entrega al evangelio y su espíritu solidario con los más pobres.

La “positio”, documento que prueba las virtudes del misionero valenciano, padre Bruno Martínez Sacedo, fue entregada recientemente al Arzobispo de Valencia, monseñor Agustín García-Gasco, para ser examinada en el Vaticano por la Congregación para la Causa de los Santos, con lo que el proceso de canonización del religioso escolapio entra a su fase final.

La agencia AVAN informó que el postulador general de la Orden de las Escuelas Pías, József Rupper, entregó el texto junto al provincial de los escolapios en Valencia, Enrique Signes. El documento consta de 393 páginas en las que se incluye, entre otras cosas, datos biográficos del misionero fallecido en el terremoto de Managua en diciembre de 1972.

En Managua fundó varios colegios escolapios para niños de familias pobres. El día del terremoto se encontraba durmiendo en uno de ellos. Pasado el sismo, no podían encontrarlo.

TESTIMONIO

Según las fuentes consultadas por AVAN, una familia que también quedó atrapada, declaró durante el proceso de beatificación que “después de rezar fervientemente bajo los escombros, se les presentó como en una aparición el padre Bruno, y poco después pudieron ser rescatados sanos y salvos”. Sin embargo, al salir el misionero no estaba “porque se encontraba en un hospital agonizando”.

AMIGO DE LOS NIÑOS

Las fuentes afirman que en Managua “muchos se encomiendan a él por su fama de persona santa y entregada sin descanso a las personas pobres, especialmente a los niños”.

La causa de beatificación se trasladó a Valencia desde su inicio en 1994 tras el pedido del entonces Arzobispo de Managua, cardenal Miguel Obando, dada “la inestable situación política que se vivía en Nicaragua y por la relación que existió entre el misionero y la Diócesis de Valencia”.

UN DISCÍPULO

Para el periodista Aldo Palacios Talavera, presidente de la Asociación de ex Alumnos Colegio Calasanz, en Managua, y quien fue formado en educación religiosa por el padre Bruno, recordó que éste tenía un gran amor por los niños, y recuerda que, aunque el misionero tenía un carácter de serio, también era una persona muy amena.

“El es el único sacerdote que yo he conocido que dedicaba su vida entera a buscar servidores de Dios, era un hombre de acción. Vivía lo que nos explicaba, predicaba el evangelio no sólo con palabras sino con su ejemplo, creo que eso era lo que lo hacía diferente a casi todos los demás, nos enseñaba a ser cristianos y vivir como cristianos comprometidos con los más necesitados”, aseguró Palacios Talavera.

Thursday, April 06, 2006



VICARÍA PROVINCIAL DE LAS ESCUELAS PÍAS DE CENTROAMÉRICA
5 de marzo de 1967


A todos nuestros religiosos:

Conociendo ya la fecha de regreso a Nicaragua de los Padres que fueron a Es­paña de vacaciones, podemos también anunciar a todos nuestros religiosos de la vicaria las fechas de los próximos Capítulos.

Siendo conveniente que los Capítulos locales se celebren en to­das nuestras Ca­sas el mismo día, señalamos para su comienzo el 19 del próximo mes de mayo. El día anterior a su comienzo, en un lugar bien visible de la Comunidad, se fijará el DECRETUM DE APERIENDIS FORIBUS CAPITULI, tal como consta en el DIRECTO­RIUM, página 68.

El Capítulo Vicarial comenzará, en Managua, el día 2 del mes de junio. Los PP Ca­pitulares procurarán estar en dicho Colegio el día anterior al Capitulo, trayendo consigo sus correspondientes patentes y las Actas de los Capítulos Locales.

Todos los Libros Oficiales de Contabilidad, Racional de Misas, Secretaria y Cró­nica deberán estar debidamente cumplimentados.

Del SPECIMEN AD RATIONEM OECONOMICAN REDDENDAN se harán original y tres copias; el original formará parte de las Actas de los Capítulos Locales y las tres copias se mandarán al P. Vicario, quien enviará una a la Curia Generalicia, otra al P. Provincial y la tercera para el archivo Vicarial.

Si en los Capítulos Locales se presentase alguna proposición, no se eche en ol­vido el No. 129 del Directorio.

Consígnese también en las Actas el dinero destinado, a la compra de libros para la Biblioteca de la Comunidad y el número de volúmenes adquirido en el último trienio. (R. 541)

Para el perfecto desarrollo de los Capítulos, además del Direc­torio, Reglas y Constituciones, ténganse en cuenta las LETRAS CIRCULARES del P. General, con fecha 12 de enero de 1967, o las EPHEMERIDES correspondientes al mes de fe­brero del mismo año.

Réstanos decir solamente que si siempre tuvieron importancia tos Capítulos, en las circunstancias actuales y en los tiempos de renova­ción que está viviendo la Iglesia, la tienen mayor. Y a este propósi­to recordamos una vez más lo que afirma el Concilio: ¨No se puede ob­tener una eficaz renovación y recta acomodación si no es con la colaboración de todos los miembros del Instituto¨.

Y para merecer de Dios las mejores y más acertadas determinacio­nes para el bien de nuestro Instituto, permanezcamos en estrecha ca­ridad fraterna y en cons­tante oración.

Dado en Managua, día 51 de marzo del año 1967.
Vicente Faus de la Virgen de los Desamparados, Secretario.
Bruno Martínez de Snta. Teresita, Vicario Provincial.